Fuente: La Razón (Edición Impresa) 02 de mayo de 2015
El cantón Italaque se encuentra en el municipio paceño de Mocomoco. En
todo el paraje que circunda este territorio se observa altos e inmensos
cerros verdosos llenos de andenes agrícolas de cultivo. Se trata de
terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para
la siembra en las laderas andinas.
La estructura de los andenes está constituida por un muro de piedra que encajona una superficie de capas, sostenida en la base con piedras grandes, cubiertas por otras más pequeñas que sirven de detraje; en la parte superior existe una capa de gravilla y arena a manera de filtro. Todas estas capas son recubiertas por la tierra de cultivo. Los diversos niveles están comunicados por canales que transportan agua para el regadío desde el primer andén hasta el último. El trabajo de siembra se realiza con: chaki-taclla o taclla, típico “arado” de pie indígena, que es una herramienta para remover la tierra y abrir huecos donde se siembran las semillas.
La estructura de los andenes está constituida por un muro de piedra que encajona una superficie de capas, sostenida en la base con piedras grandes, cubiertas por otras más pequeñas que sirven de detraje; en la parte superior existe una capa de gravilla y arena a manera de filtro. Todas estas capas son recubiertas por la tierra de cultivo. Los diversos niveles están comunicados por canales que transportan agua para el regadío desde el primer andén hasta el último. El trabajo de siembra se realiza con: chaki-taclla o taclla, típico “arado” de pie indígena, que es una herramienta para remover la tierra y abrir huecos donde se siembran las semillas.
Muchos
autores mencionan que esta tecnología fue desarrollada por la cultura
kallawaya, de la cual Italaque fue parte en tiempos prehispánicos. Este
método fue utilizado en el periódico incaico para aumentar las áreas de
cultivo, frenar la erosión, retener el riego y crear condiciones aptas
de humedad; así como también para la construcción de centros
ceremoniales como en Machu Picchu.
Con la llegada de los españoles, el uso de los andenes se mantuvo por
su alta productividad. Algunos estudios estiman que 6.500 km2 de suelo
boliviano han sido adaptados con andenes agrícolas.
En la región de Italaque existen dos tipos de andenes: los que
funcionan con la lluvia y los de regadío. Los primeros reciben el agua
de las precipitaciones pluviales y solo dan frutos en épocas
determinadas; los segundos están instalados generalmente en lugares
cerca de ríos y con mayor acceso.
La papa y el maíz eran los principales cultivos en los andenes, las
culturas kallawaya e italaqueña utilizaban esta técnica para producir
también plantas medicinales, como la chillk’a y la muña que, por su
fuerte olor, alejan las especies de insectos dañinos. Además, protegen
las ramas de los vientos, retienen la capa productiva de la tierra, el
agua, atraen pájaros que abonan la tierra y armonizan el paisaje de la
zona.
Ahora bien, científicos,
sabios indígenas, instituciones y activistas plantean la recuperación de
los andenes como sabiduría agrícola milenaria, por ser un método
económicamente rentable, ecológicamente estable y agronómicamente
viable; virtudes que contribuyen a mitigar las consecuencias del
calentamiento global, constituyéndose además en una excelente
alternativa para la consolidación de nuestra soberanía alimentaria.
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