lunes, 21 de mayo de 2012

SICURIS DE ITALAQUE, zampoñas al encuentro con el viento


Revista 7 Dias
Al son de los instrumentos de viento, los comunarios del cantón Taypi Ayca, Italaque, provincia Camacho del departamento de La Paz, realzan la danza y la música de los sicuris en todas sus festividades a la espera de que en algún momento su riqueza autóctona sea reconocida como patrimonio cultural.

Gladys Mayta-Cambio


Una de las características de Bolivia es su gran riqueza cultural dispersa por los nueve departamentos. Entre este tesoro se encuentra la música y danza, que en varias oportunidades se convirtió en la bandera que representa al país en el exterior.

Con el transcurrir de los años se destapan baluartes inimaginables que se revelan ante los ojos de la sociedad moderna. Entre ellos tenemos a los sicuris de Taypi Ayca, que se encuentra a orillas del río Sochi, Italaque, provincia Camacho del departamento de La Paz.

En Italaque, a seis horas de viaje desde la ciudad de La Paz, se forman conjuntos de músicos desde tiempos inmemoriales.

El representante de los sicuris Taypi Ayca de Italaque, Nemecio Huanacu, asegura que varias generaciones de esta comunidad que albergó a “los primeros y verdaderos sicuris” pasaron inadvertidas y ocultas durante siglos.

Los vientos en la memoria de los ancianos

Huanacu relata que los ancianos de Taypi Ayca comentaban que en una ocasión un viejo campesino que retornaba a su casa sentía escuchar en las quebradas los sonidos singulares y armoniosos del viento.

Al día siguiente, el campesino empezó a construir un curioso instrumento de viento, hizo caños de varios tamaños con los que formó lo que hoy se conoce como la zampoña.

Las esculturas, grabados, relatos y pinturas evidencian su presencia en la cultura ancestral, que lo catalogan como uno de los primeros instrumentos aerófonos utilizados por el hombre.

Se estima que, en sus orígenes, los sicuris deleitaban con sus sonidos melódicos a sus dioses y achachilas, como el Mallku Antaña, Kimsa Wara Khone, Uyviri, Marani, Mallku Kamañani, Mallku Huaquituma, Mallku Kawanani, Ticani, Huaypacayo y otros de la región.

Aseguran que los mallkus nunca estuvieron subordinados, incluso se valieron de instrumentos musicales de percusión, como el bombo grande, que producían un sonido tan fuerte que asustaba y atemorizaba psicológicamente a los rivales. Es así que estos maestros son recordados hasta hoy como guerreros que se resistieron al dominio colonial.

Durante la Colonia, los sicuris del ayllu Collana Taypi, a la que pertenecía Taypi Ayca, con maestría y originalidad ejecutaban su arte milenario musical autóctono en Italaque, que en la actualidad es la provincia Camacho de La Paz.

Tras la llegada de la religión con los españoles, los indígenas celebraban determinadas fechas religiosas, tales como la festividad de Corpus Christi, de la Virgen del Carmen y de San Francisco. Estas fechas eran asumidas como especiales y los sicuris debían amenizarlas con sus instrumentos musicales.

Cada una de estas fiestas era celebrada por los comunarios de acuerdo con su posición socioeconómica. Así, los prestes de las fiestas de Corpus Christi y de San Francisco debían ser quienes tengan mayores recursos económicos; en tanto que los pasantes de la Virgen del Carmen serían las familias menos pudientes.

Los conquistadores y patrones les obligaron a adoptar ciertas costumbres religiosas que los originarios mezclaron con sus costumbres tradicionales; de esta manera se identificaron con prácticas coloniales.

En la actualidad, los preparativos para cada celebración se realizan con tres meses de anticipación, tiempo en que los pasantes reúnen las vestimentas ancestrales que usará la tropa de sicuris en la festividad.

También prevén la preparación y maceración de 40 a 50 turriles de chicha de maíz para el consumo durante la fiesta.

La vestimenta usada en esta festividad tiene sus propias características. Los sicuris de la fila izquierda llevan en la cabeza un casco de totora forrado con tela roja y con plumas de pariguana anaranjada, llamado mochulli, además de cintas de colores, peluca negra y pañoleta blanca para la cabeza llamada phike chukha.

En el cuerpo llevan un saco de color negro tejido con lana de oveja, un camisón blanco de bayeta de oveja con cuello tipo cadete, un capacho multicolor con figurillas tiwanacotas y su respectiva chuspa con coca, cigarro y llujta.

La vestimenta continúa con una chacana de un metro construido con palitos de kiswara y plumas de una variedad de colores de loro, que significa la bandera o wiphala del Tawantinsuyo; un ponchillo rojo con revete blanco llamado khawa. En la mano derecha una peleta de medio metro para golpear el bombo y en la mano izquierda un sicu.

De la cintura para abajo, visten un pantalón negro con botapiés anchos con vivo blanco y apertura hacia atrás, un pollerín blanco con pliegues entallados a la cintura, y en los pies un par de abarcas blancas con antenas.

Por su parte, los sicuris de la fila derecha llevan en la cabeza un lluch’u verde o rosado con mostacilla tejido con lana de oveja, una peluca hecha con la cola del toro negro, una pañoleta blanca, un sombrero grande de copa alta. En el cuerpo, tienen un camisón blanco de bayeta de oveja y un saco negro tejido con lana de oveja, un capacho multicolor con figurillas de Tiwanaku con su respectiva coca, cigarro y llujta.

Dos ponchos de color rosado y verde de lana de oveja, una pañoleta de medio metro cuadrado llamada jaconta que se coloca sobre los ponchos. Un bombo grande hecho de citro cuelga de forma cruzada hacia el lado izquierdo de su cuerpo. En la mano izquierda sostienen un sicu o zampoña y en la derecha un palito de medio metro para golpear el bombo. De la cintura para abajo tienen un pantalón negro hecho de bayeta de oveja. En los pies calzan unas abarcas blancas con antenas.

En la fiesta de la Virgen del Carmen, que se realiza los días 15, 16 y 17 de julio, los prestes o pasantes mayores proceden de familias pobres. Aunque existe la ayuda recíproca de familiares con el grupo de sicuris; la diferencia es la melodía y posición económica del preste mayor.

En la fiesta de San Francisco, celebrada el 4 de octubre, los prestes mayores festejan una semana completa. Las familias más ricas, los k’amiris, pasan con el mismo grupo de sicuris. Esta festividad se diferencia de las otras por la vestimenta, melodía y posición económica.

En cada fiesta, la vestimenta del lado derecho e izquierdo es diferente.

Los sicus

El sicu es un instrumento construido con cañas de carizu, también llamada choquemama; consta de siete pares de tubos, cada par está conformado por un ira y un arca.

La materia prima de este instrumento se produce en zonas cálidas y templadas de nuestro país. Zongo, Quime, provincia Inquisivi, y Bautista Saavedra, en el departamento de La Paz, son algunos de los lugares donde se puede encontrar este material.

El sicu ira, que significa primero, tiene siete tubos, pero de todos ellos sólo trabajan seis. El sicu arca, que significa segundo, consta de ocho tubos; a diferencia del ira todos los tubos trabajan en la interpretación de las melodías. El ira es el que empieza y termina en todas las melodías; el arca es el que acompaña.

El grupo de sicuris consta de siete pares: los dos primeros se denominan guías y tras guías, los tres pares siguientes son kallo ira y mala arca y los dos últimos pares son soli iras y soli arcas.

Así los sicus deben estar dirigidos por un guía que se ubica en la parte derecha del grupo. En su ausencia, el guía es el de la izquierda. Para ser guía se debe tener gran experiencia y conocer la mayor cantidad de melodías; por ello, los guías son personas de edad avanzada.

Toda persona admitida en el grupo de sicuris tiene que empezar desde soli iras o soli arcas, y a medida que avanza en la interpretación del instrumento los guías lo suben de categoría, es decir que pasa de soli a kallo ira, luego a mala arca y por último a guía, después de dar un examen de idoneidad en el grupo.

Esperanza del pueblo

Este pueblo originario, como cada uno de los que se encuentra en nuestro territorio nacional, encierra un conjunto de tradiciones, música, danza y creencias que forman un sustancial testimonio de lo que por espacio de siglos fue la base fundamental de la civilización.

Es así que sus representantes exigen el reconocimiento de esta danza como patrimonio intangible, de tal forma que se priorice su rescate y preservación y que así se permita fortalecer procesos educativos e históricos en todo el territorio nacional.

“Es preciso que se haga algo para evitar que la cultura boliviana se debilite por falta de apropiación cultural de las nuevas generaciones que se encuentran a merced de un proceso globalizador, cambios económicos y sociales que profundizan la migración del área urbana”, manifestó el representante de la agrupación autóctona.

“No debemos permitir que el patrimonio cultural y material boliviano sea amenazado por las apropiaciones y transformaciones de lógicas, conceptos y origen de creación histórica por parte de otras naciones”, concluyó Huanacu.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por la información. Si pueden por favor enviarme a sikurisjulio@hotmail.com, más información sobre la afinación de los Sicus, y como van intercalados. Se tocan solo por octavas?
    Gracias soy de Colombia. Julio Bonilla

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