lunes, 9 de noviembre de 2015

Los kallawayas de Italaque

Por: Boris Bernal Mansilla

Fuente: FUENTE: Periódico La Razón, Suplemento La Gaceta Jurídica, 21 de octubre de 2015

Italaque, pueblo conocido por sus sicuris, remonta su génesis e historia a tiempos milenarios. Las mujeres y hombres que habitaron el hoy conocido como municipio de Mocomoco y, en particular, algunas comunidades de los distritos de Pacaures e Italaque antes de la conquista de los andes meridionales por los incas en la segunda mitad del siglo XV, formaban parte de un curacazgo muy antiguo, “el Señorío Kallawaya”.

Este Señorío Kallawaya estaba constituido “al norte del lago Titicaca sobre los flancos de las cordilleras de Carabaya y Apolobamba, cortado por los afluentes superiores de los ríos amazónicos”, según describió Thierry Saignes.


El cacique de Charazani Juan Tome Coarete declaró en 1657 que “por mandato de Topa Yupanqui y Guayca Capac ynga, decimo y onceno reyes que fueron del Piru, mandaron a Are Capaquiqui que por ellos gobernaba desde Ambana hasta Usico delante de Coyo Coyo buscase la mejor entrada que pudiese haver para las provincias de los Chunchus y hallándola tal habrise camino para meter la gente necesaria a la conquista dellos”, así lo registra el Archivo Nacional de Bolivia en el Expediente 1657-5, F° 54.

Es así que esta jurisdicción asociaba dos regiones que fueron posteriormente separadas, al norte, los valles superiores de los ríos Carabaya (actual Tambopata) y Huari Huari que formaron la provincia colonial de Carabaya, incorporada luego a Perú; al sur, los valles superiores de los ríos Camata, Copani y Pelechuco, que integraron la provincia colonial de Larecaja y pertenecen en la actualidad a Bolivia.

“La bipartición del territorio kallawaya no se produjo por azar, ya que ella se remonta al antiguo corte dualista: el señorío, luego la “provincia” inca, comprendía dos mitades: la superior (Hatun Calabaya) y la inferior (Calabaya Chica), que fueron distinguidas por los españoles como dos unidades fiscales (repartimientos) posteriormente” (Thierry Saignes. “Desde el Corazón de los Andes”. ifea, La Paz, 2015).

Presencia en la región
Investigadores de la histografia inca mencionan que la anexión al Tahuantinsuyu de la vertiente oriental se operó bajo Túpac Yupanqui, al mismo tiempo o poco después de la conquista del Collao en la segunda mitad del siglo XV. Por otro lado, la colonización inca se tradujo en importantes transferencias de población entre diferentes regiones.

Tenemos conocimiento de la presencia en los valles kallawayas de grupos de origen geográfico bastante distinto. Se nota, primero, la existencia de Mitimaq venidos del Collao. Así también se nombra varios ayllus llamados incas o ingas en las jurisdicciones de Charazani y de Mocomoco (sobre este tema hablaremos en forma extensa en otro escrito).

El interés económico que representaba este sector en el incario es innegable, en las colinas subandinas y a lo largo de los torrentes que desembocan en los afluentes amazónicos fueron explotadas las minas de oro y lavaderos sobre andenes, como la producción de coca cosechada tres veces al año. Los productos eran llevados hacia las punas y colocados en el tambo (granero albergue) de Umamatta y Usata (Italaque), no lejos del lago Titicaca.

Este territorio tomo gran importancia geopolítica por el hecho de que los kallawayas encontraron un camino que permitió al Inca la conquista de los “indios de la selva”, llamados salvajes (“chunchos”), como registra el Archivo Nacional de Bolivia  (Expediente anb 1657-5, F° 54), “El jefe Are y luego su hijo abrieron un pasaje hacia el valle de Apolo y de allí hacia las sabanas de la ribera izquierda del Beni. Por este servicio prestado, el Inca acordó al señor kallawaya el privilegio de ser llevado en andas por cuarenta indios”.

Instituciones en la zona
Los inicios del periodo hispánico están marcados en el área kallawaya por una serie de modificaciones territoriales, dentro de las cuales diferentes instituciones coloniales –encomiendas, corregimientos, reducciones, distritos urbanos y eclesiásticos– intervinieron en diversos grados.

La encomienda fue la institución que delegaba a españoles particulares el derecho de percibir los tributos de un grupo indígena, como lo hacían los incas. En 1535, sin incluso haber ocupado los territorios meridionales del imperio incaico, desde Cuzco Pizarro delegó al licenciado Antonio de la Gama los repartimientos o provincias de Hatun Calabaya y la pequeña Calabaya.

Luego de la creación de la Audiencia de Charcas en 1561, cuya sede fue La Plata, actual Sucre, el conjunto del Collao y de sus vertientes integró su instancia administrativa y judicial, por lo que quedó dividido entre los distritos urbanos de La Paz y Cuzco.

El establecimiento de los corregimientos en 1565 confirmó la secesión de estas dos mitades del antiguo Señorío Kallawaya, del cual la superior, al norte, formó aquel de Carabaya, mientras que la inferior, al sur, integró aquel de Larecaja.

Otra etapa importante en el desmembramiento del antiguo señorío se inició con el reagrupamiento de la población indígena en el seno de las reducciones o pueblos de indios concebidos como centro administrativo, social e ideológico de la sociedad andina.

Los habitantes de la Pequeña Calabaya fueron concentrados en cuatro pueblos, uno de puna, Umanatta; dos de cabecera de valle, Charazani y Mocomoco, y uno de Yungas, Carijana, así lo estableció la “Visita General” del virrey Toledo en 1575.

Transformación de localidades

Estas fueron reducciones multiétnicas, ya que a los lados de los Kallawaya se encontraban los Mitimaq, originarios de diferentes regiones andinas. La trasformación de estas reducciones en parroquias debió terminar de conferirles su plena autonomía fiscal y religiosa.

En 1596 Charazani formó una parroquia, Mocomoco otra, Carijana y Camata se reunieron en una sola y Umanatta debió unirse a los indios canchis de Usadca para formar la nueva reducción y la parroquia de Italaque, según lo registra el Archivo Parroquial  532 de Italaque.

Es así que en la Colonia española Italaque formó parte de la jurisdicción de Larecaja, por consiguiente, “se puede ver que las unidades domesticas Kallawaya se encuentran repartidas en diferentes jurisdicciones urbanas, provinciales, aldeanas y eclesiásticas en los Valles de Capoari y las parcialidades de Warcas como Pacaures de Italaque”, dice Thierry Saignes en su libro “Desde el Corazón de los Andes”.

En 1614, los descendientes de los señores kallawayas reclamaron la restitución de sus derechos y títulos sobre el gobierno, quedaba fresca en la memoria su antigua soberanía y jurisdicción (anb/e 1657-5).

La expresión
Estudios realizados sobre diferentes culturas precoloniales revelan que la música es un factor intrínseco de la religión y de sus ritos, axioma que explica la unión entre los sabios médicos naturistas y los maestros del sicuri en este territorio.

Luego de diversos y complejos procesos de organización y reorganización territorial propios de la dinámica de los pueblos, Italaque guarda hoy en su ontología el legado milenario de la nación Kallawaya.


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